26.9.11

Vuelve tu recuerdo a mí, esa alegría que no he vuelto a ver desde hace 3 años, porque aunque sonría, francamente, mi risa es totalmente muda. Como si fuera ayer o incluso hoy; cierro los ojos y te veo, te veo marchar. Iban a ser pocos meses, dos escasos meses de toques a todas horas, aproximadamente 60 días sin jugar al baloncesto, pero sucedió, y me autoexpulsé para siempre del campo de juego...
Desde entonces no juego, no volví a jugar en este ensayo llamado vida. Para qué, pensé, si uno de mis puntos de apoyo ya no estaba conmigo, si yo sabía que jamás volvería a verle, a tocarle, a sentir uno de sus abrazos.
Desde aquel día mi corazón camina en muletas, ayudado de la mano de las personas que aún me quedan, pero cuando estoy sola, sigo cojeando, me sigue faltando tu presencia.
Lo mejor que te puede pasar en la vida es encontrar a una persona que sepa darte todo lo que necesitas y yo perdí a una de las mayores personas de mi vida, perdí a un amigo, perdí a un verdadero hermano. Perdí a una persona que nunca se olvida de tu cumpleaños y se sabe tu número de teléfono, incluso el código postal. Perdí a una persona capaz de recordar todas y cada una de tus canciones favoritas. Perdí a alguien que con una pequeña frase es capaz de alegrarte el día. Y ya no está y aunque ya son tres años sin verle, parece que sigue aquí...
No te alejes mucho, pues a veces hago tonterías y no hay nadie como tú para calmarme y, por favor, nunca se te olvide que sigo cumpliendo nuestra promesa...
Te querré siempre hermano.